Los
políticos y la educación pública.
Nos
encontrábamos indagando por Internet cuando de repente (flash) uno de los
titulares hace que nuestras miradas se centren solo en él. Los políticos y la
educación pública, así titulaba Luis Barragán Haro su artículo publicado en el
periódico digital El País, donde muestra su descontento hacia la educación que
recibe, o mejor dicho, con pocas palabras plasma la situación en la que se
encuentran muchos estudiantes en nuestro país.
"Tienen
los metros cuadrados que a mi instituto le faltan, tienen la luz que la clase
de abajo no tiene, tienen la calefacción que en mi clase en invierno no hay;
sus hijos, a los que no culpo, quizá tengan el ordenador que falta en más de
una clase, tienen la fibra óptica que falta en mi centro, tienen los recursos
tras sus muros que podrían ayudar a tener una educación pública digna. Doy
clase en un zulo con luz, en un edificio del siglo XIX que no sé si pasaría una
revisión en las medidas de seguridad, con unas escaleras resbaladizas, en un
aula sin ordenador y en invierno con la suerte de estar en la última planta
donde calienta algo el sol. Vivo en una clase de 30 personas, dando gracias por
no estar en una de 40 donde, además de frío, la acústica impide que se pueda
oír lo que dice el profesor. Decimos vivir en una sociedad moderna, pero esto
embiste de lleno con el retroceso que hay en la educación pública, sin meterme
en la ciénaga que supone hablar de que cada curso es más temario en menos
tiempo con malos y escasos recursos en una clase de treintaitantos" (Luis Barragán Haro, 2018).
Con
estas duras palabras, el pasado 2 de marzo, Luis Barragán describe la penosa
situación que están viviendo él y sus compañeros/as de clase. Muchos alumnos/as
y pocos recursos tanto humanos como materiales, y no hablemos de las
instalaciones. Cualquiera diría que esto no sucede a día de hoy, pero
desgraciadamente no es el único caso que nos podemos encontrar en las aulas
españolas.
¿Qué
estamos haciendo mal? Con cada Gobierno viene una nueva reforma en el
currículum, y cada año que pasa una nueva exigencia, que si idiomas, que si el
máster, etc. A nuestro parecer sólo estamos poniendo parches a nuestro sistema
educativo, puesto que seguimos manteniendo las mismas infraestructuras y las
mismas formas de implementar los contenidos. Como dice el dicho “no hay que
empezar la casa por el tejado”, ¿Cuándo empezaremos a hacer las cosas bien?
Empecemos mejorando y transformando las infraestructuras, una adaptación al
siglo XXI, y después cambiemos el currículum. Quizás así consigamos una
educación de calidad.
Bibliografía:
Barragán,
L. (2018) Los políticos y la educación pública. El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2018/03/01/opinion/1519919799_843626.html
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