La estafa de la educación.
“No se trata de que los niños no puedan ir a
la escuela; es que allí no aprenden”, con esta sugerente frase comienza Moisés
Naím (2018) un artículo publicado en el periódico El País. En dicho artículo,
Naím (2018) nos relata cómo alrededor de 1.500 millones de estudiantes pierden
su tiempo en la escuela sin aprender nada que les sea útil para la vida, y como
esto supone un déficit de dinero. Basándose en un Informe sobre el Desarrollo Mundial ofrecido por el Banco Mundial,
nos traslada que la escolarización no es el problema de la educación, por el
contrario, este problema reside en que en las aulas no se aprende. Por otro
lado, nos comenta que la escolarización sin aprendizaje no es solo una
injusticia, sino que también perpetúa las relaciones de desigualdad puesto que
las personas con menor nivel socio-económico son las que más sufren las
consecuencias. Nos expone que las razones de que la educación se encuentre en
este estado van desde la falta de formación de los profesores hasta la
malnutrición que sufren algunos alumnos/as. Por último y cito textualmente, nos
ofrece cuatro ideas para superar este problema:
“Lo
primero es medir. Por razones políticas, muchos países se resisten a evaluar de
manera transparente a sus estudiantes y profesores. Y si no se sabe qué
estrategias educativas funcionan y cuáles no, es imposible ir mejorando la
puntería. Lo segundo es comenzar a darle más peso a la calidad de la educación.
Si bien es políticamente atractivo anunciar que un alto porcentaje de los
jóvenes de un país van al colegio, eso de nada sirve si la gran mayoría de
ellos aprende poco. Tercero: empezar más temprano. Cuanto más mejore la
educación a edades tempranas, más capaces de aprender serán los estudiantes de
primaria y secundaria. Cuarto: usar la tecnología de manera selectiva y no como
una solución mágica. No lo es” (Naím, 2018, p.1).
No
podemos estar más de acuerdo con todo lo mencionado en el artículo, y es que a
pesar de los avances realizados en el campo educativo (como puede ser haber
conseguido mayor escolarización), se están excluyendo esos avances en los
procesos de enseñanza-aprendizaje. Basándonos en las palabras de Delors (2013),
la educación se debe fundamentar en cuatro pilares básico que guiarán nuestros
aprendizajes a lo largo de toda la vida, y estos son: “aprender a conocer, es
decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer para poder
influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y
cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a
ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores”
(p.103), la conjunción de todos los pilares desencadenaría en lo que podemos
denominar aprender a aprender.
Dicho esto y desde nuestras experiencias como
alumnas, las clases que se reciben actualmente son clases magistrales donde el
profesor/a habla y los alumnos/as escuchan, y donde lo único que importa es la
memorización para superar el examen y aprobar la asignatura, todo ello sin
adquirir ningún aprendizaje significativo. Que la metodología de las clases sea
esta supone que se están desatendiendo tres de los pilares y sólo se le da
importancia al “aprender a conocer”.
Tras
leer el artículo, otra de las deficiencias que le vemos a nuestro sistema
educativo reside en el tratamiento que le dan a las inteligencias múltiples. Para
hablar de ello citaremos una frase que le es atribuida al célebre Albert
Einstein (aunque no está determinado con certeza que sea suya), y ésta dice
así: “Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar
árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”, esto es exactamente lo
que hace nuestro sistema educativo, le da mucha importancia a asignaturas como
lengua o matemáticas, dejando de lado aquellas asignaturas que tienen que ver
con el arte como la música y la pintura. Gardner, creador de la teoría de las
inteligencias múltiples, llegó a cuestionarse la visión unidireccional de la
inteligencia y con ello se planteó una visión pluralista. Afirmando que existen
distintos tipos de inteligencias, y en concreto, él menciona ocho (Gardner,
1995). Sabiendo esto, se puede observar como la escuela imparte los mismos
contenidos y de la misma forma a todo el alumnado sin atender a sus
individualidad, pero además también matan la creatividad y originalidad
conforme van avanzando de curso, en definitiva, siguen queriendo crear maquinas
en lugar de personas que piensen y actúen bajo su propio criterio.
Otro
de los aspectos que merecen mención son las evaluaciones externas, como
explican Bonal y Tarabini (2008) “La evaluación externa puede ejercer así una
influencia doble sobre la política educativa nacional: por una parte, puede
influir definiendo con una orientación determinada los problemas educativos de
un estado o comunidad; por otra, puede establecer relaciones causales
explícitas o implícitas sobre los factores que explican el comportamiento de un
resultado o indicador, un hecho que conlleva a menudo, también de manera explícita
o implícita, una determinada agenda política para hacer frente a los problemas
planteados (p.6). El hecho de realizar unas evaluaciones externas en
condiciones supondría cuestionar la política educativa nacional y deliberar
también sobre la labor de muchos docentes, por lo tanto, no conviene que todo
esto se tenga en cuenta. Bajo nuestra opinión y por lo que hemos podido
comprobar, las actuales evaluaciones externas que se llevan a cabo como las de
PISA, se rigen por unos indicadores seleccionados a conciencia para que nada de
lo anterior ocurra.
Por
último y basándonos en lo que observamos día a día en las clases, el uso de las
tecnologías en el aula es algo que tenemos que comentar. Existen numerosos
avances en las nuevas tecnologías y supuestamente están insertadas en el aula,
pero discrepamos con esto puesto que vemos que las lecciones que siguen
ofreciendo son magistrales y lo único de tecnología que existe es el proyector
para poner los power point. Para que hagamos un uso eficiente de las nuevas
tecnologías, debe de producirse un cambio en los roles tanto del profesorado
como del alumnado, como apunta Fernández (2003) “se necesitan nuevos
profesionales del aprendizaje, con un papel y un estatus redefinidos” (p.6). Nos
encontramos ante una sociedad cambiante, y sin embargo la educación sigue
manteniendo las mismas estructuras que hace cincuenta años.
Para
concluir, nos gustaría comentar que a pesar de todos los retos que tenemos que
superar, con la aportación de todos podremos conseguirlo. La clave está en
salir de nuestra zona de confort y adaptar los avances que se están produciendo
en nuestra sociedad, a un pilar tan importante como es la educación.
Bibliografía:
Naím,
M. (2018) ¿Cuál
es la mayor estafa del mundo? La educación. El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2018/02/17/opinion/1518885620_434917.html
Gardner,
H. (1995). Inteligencias Múltiples.
Barcelona: Paidós.
Delors,
J. (2013) Los cuatro pilares de la educación. Revista Galileo, (23), 103-110. Recuperado de: https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/galileo/article/view/169/166
Bonal,
X. y Tarabini, A. (2008) Las evaluaciones externas de las
políticas educativas nacionales: causas y efectos. Seminari
d’Anàlisi de Politiques Socials, UAB, 1-9. Recuperado de: http://www.geps-uab.cat/sites/default/files/publicacions-adjunts/bonal-tarabini-2008-los-efectos-de-las-evaluaciones-externas.pdf
Fernández,
R. (2003) Competencias profesionales del docente en la sociedad del siglo XXI. Revista del Fórum Europeo de Administradores
de la Educación, 11 (1), 4-7. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=292590
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