lunes, 12 de marzo de 2018


La estafa de la educación.

 “No se trata de que los niños no puedan ir a la escuela; es que allí no aprenden”, con esta sugerente frase comienza Moisés Naím (2018) un artículo publicado en el periódico El País. En dicho artículo, Naím (2018) nos relata cómo alrededor de 1.500 millones de estudiantes pierden su tiempo en la escuela sin aprender nada que les sea útil para la vida, y como esto supone un déficit de dinero. Basándose en un Informe sobre el Desarrollo Mundial ofrecido por el Banco Mundial, nos traslada que la escolarización no es el problema de la educación, por el contrario, este problema reside en que en las aulas no se aprende. Por otro lado, nos comenta que la escolarización sin aprendizaje no es solo una injusticia, sino que también perpetúa las relaciones de desigualdad puesto que las personas con menor nivel socio-económico son las que más sufren las consecuencias. Nos expone que las razones de que la educación se encuentre en este estado van desde la falta de formación de los profesores hasta la malnutrición que sufren algunos alumnos/as. Por último y cito textualmente, nos ofrece cuatro ideas para superar este problema:
“Lo primero es medir. Por razones políticas, muchos países se resisten a evaluar de manera transparente a sus estudiantes y profesores. Y si no se sabe qué estrategias educativas funcionan y cuáles no, es imposible ir mejorando la puntería. Lo segundo es comenzar a darle más peso a la calidad de la educación. Si bien es políticamente atractivo anunciar que un alto porcentaje de los jóvenes de un país van al colegio, eso de nada sirve si la gran mayoría de ellos aprende poco. Tercero: empezar más temprano. Cuanto más mejore la educación a edades tempranas, más capaces de aprender serán los estudiantes de primaria y secundaria. Cuarto: usar la tecnología de manera selectiva y no como una solución mágica. No lo es” (Naím, 2018, p.1).



No podemos estar más de acuerdo con todo lo mencionado en el artículo, y es que a pesar de los avances realizados en el campo educativo (como puede ser haber conseguido mayor escolarización), se están excluyendo esos avances en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Basándonos en las palabras de Delors (2013), la educación se debe fundamentar en cuatro pilares básico que guiarán nuestros aprendizajes a lo largo de toda la vida, y estos son: “aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores” (p.103), la conjunción de todos los pilares desencadenaría en lo que podemos denominar aprender a aprender. 
Dicho esto y desde nuestras experiencias como alumnas, las clases que se reciben actualmente son clases magistrales donde el profesor/a habla y los alumnos/as escuchan, y donde lo único que importa es la memorización para superar el examen y aprobar la asignatura, todo ello sin adquirir ningún aprendizaje significativo. Que la metodología de las clases sea esta supone que se están desatendiendo tres de los pilares y sólo se le da importancia al “aprender a conocer”.

Tras leer el artículo, otra de las deficiencias que le vemos a nuestro sistema educativo reside en el tratamiento que le dan a las inteligencias múltiples. Para hablar de ello citaremos una frase que le es atribuida al célebre Albert Einstein (aunque no está determinado con certeza que sea suya), y ésta dice así: “Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”, esto es exactamente lo que hace nuestro sistema educativo, le da mucha importancia a asignaturas como lengua o matemáticas, dejando de lado aquellas asignaturas que tienen que ver con el arte como la música y la pintura. Gardner, creador de la teoría de las inteligencias múltiples, llegó a cuestionarse la visión unidireccional de la inteligencia y con ello se planteó una visión pluralista. Afirmando que existen distintos tipos de inteligencias, y en concreto, él menciona ocho (Gardner, 1995). Sabiendo esto, se puede observar como la escuela imparte los mismos contenidos y de la misma forma a todo el alumnado sin atender a sus individualidad, pero además también matan la creatividad y originalidad conforme van avanzando de curso, en definitiva, siguen queriendo crear maquinas en lugar de personas que piensen y actúen bajo su propio criterio.




Otro de los aspectos que merecen mención son las evaluaciones externas, como explican Bonal y Tarabini (2008) “La evaluación externa puede ejercer así una influencia doble sobre la política educativa nacional: por una parte, puede influir definiendo con una orientación determinada los problemas educativos de un estado o comunidad; por otra, puede establecer relaciones causales explícitas o implícitas sobre los factores que explican el comportamiento de un resultado o indicador, un hecho que conlleva a menudo, también de manera explícita o implícita, una determinada agenda política para hacer frente a los problemas planteados (p.6). El hecho de realizar unas evaluaciones externas en condiciones supondría cuestionar la política educativa nacional y deliberar también sobre la labor de muchos docentes, por lo tanto, no conviene que todo esto se tenga en cuenta. Bajo nuestra opinión y por lo que hemos podido comprobar, las actuales evaluaciones externas que se llevan a cabo como las de PISA, se rigen por unos indicadores seleccionados a conciencia para que nada de lo anterior ocurra.

Por último y basándonos en lo que observamos día a día en las clases, el uso de las tecnologías en el aula es algo que tenemos que comentar. Existen numerosos avances en las nuevas tecnologías y supuestamente están insertadas en el aula, pero discrepamos con esto puesto que vemos que las lecciones que siguen ofreciendo son magistrales y lo único de tecnología que existe es el proyector para poner los power point. Para que hagamos un uso eficiente de las nuevas tecnologías, debe de producirse un cambio en los roles tanto del profesorado como del alumnado, como apunta Fernández (2003) “se necesitan nuevos profesionales del aprendizaje, con un papel y un estatus redefinidos” (p.6). Nos encontramos ante una sociedad cambiante, y sin embargo la educación sigue manteniendo las mismas estructuras que hace cincuenta años.
Para concluir, nos gustaría comentar que a pesar de todos los retos que tenemos que superar, con la aportación de todos podremos conseguirlo. La clave está en salir de nuestra zona de confort y adaptar los avances que se están produciendo en nuestra sociedad, a un pilar tan importante como es la educación.

Bibliografía:
Naím, M. (2018) ¿Cuál es la mayor estafa del mundo? La educación. El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2018/02/17/opinion/1518885620_434917.html
Gardner, H. (1995). Inteligencias Múltiples. Barcelona: Paidós.
Delors, J. (2013) Los cuatro pilares de la educación. Revista Galileo, (23), 103-110. Recuperado de: https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/galileo/article/view/169/166
Bonal, X. y Tarabini, A. (2008) Las evaluaciones externas de las políticas educativas nacionales: causas y efectos.  Seminari d’Anàlisi de Politiques Socials, UAB, 1-9. Recuperado de: http://www.geps-uab.cat/sites/default/files/publicacions-adjunts/bonal-tarabini-2008-los-efectos-de-las-evaluaciones-externas.pdf
Fernández, R. (2003) Competencias profesionales del docente en la sociedad del siglo XXI. Revista del Fórum Europeo de Administradores de la Educación, 11 (1), 4-7. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=292590

No hay comentarios:

Publicar un comentario