Indagando
por Internet, encontramos una noticia, que actualmente, suele estar en boca de
todo,
y es la adicción a las nuevas tecnologías. Al
principio del artículo, el autor Segura (2018), nos relata una escena que vemos
a menudo en nuestras calles, en la cual se ve como una madre le da el móvil a
su hijo para que deje de llorar. Hoy día vivimos en una sociedad llena de
estrés, donde todo va muy rápido y no llegamos a disfrutar de nada, y éste es
uno de los principales problemas. Como menciona López (2016) en su libro “en
este siglo acabaremos con las enfermedades, pero nos matarán las prisas”
citando palabras de Gregorio Marañón. Con esto queremos decir que nos centramos
demasiado en cosas sin importancia, dejando de lado aquello en lo que realmente
vale la pena invertir nuestro tiempo.
Por
otra parte, se habla de que el Ministerio de Sanidad ha incluido en 2018 las
nuevas tecnologías en el Plan Nacional de Adicciones. Pero yo me pregunto, ¿es
una adicción o simplemente se da un mal uso, en este caso abusivo, de las
nuevas tecnologías? Cuando continuo leyendo me percato de que esta misma
disyuntiva la tienen muchos expertos en el tema. Yo creo que en mucho de los
casos se debe hablar más de un mal uso que de una adicción, y en todo el texto
se enfoca a los menores pero el problema también reside en los mayores. Con una
adecuada formación sobre el uso de las nuevas tecnologías, para padres/madre e
hijos/as, se podría paliar esta lacra que está surgiendo en el siglo XXI.
Desde
los colegios y las escuelas de padres se deben promover cursos para la
formación, pero también para la prevención que resulta mucho más importante. Asimismo,
consejos como los que promueven la Fundación Cadah (2012) deberían estar
interiorizados por todos aquellos padres/madres o adultos con menores a su
cargo, entre ellos, se encuentran el ser ejemplo de un uso responsable, los
niños/as son el reflejo de lo que ven en sus figuras de referencia así que
predicar con el ejemplo resultará de vital importancia y es algo que
actualmente no se ve; designar un tiempo para estar conectado, hay que enseñar
que tiene que haber tiempo para todo y que las nuevas tecnologías solo son una
pequeña parte de todo lo que la vida nos ofrece, pasar tiempo en la calle con
los niños/as mejoraría esta situación; buscar ayuda de profesionales, no todo
el mundo es experto en todo así que pedir ayudar también sería una buena idea.
Retomando
el artículo, Segura (2018) plasma el testimonio de una madre que acude al
programa de Proyecto Joven de Bononato para ayudar a su hijo de 13 años que era
adicto a las pantallas. Lo que más me sorprende y a la vez creo que es la clave
del éxito es que en esa terapia se trabaja tanto con los niños/as como con los
padres/madres. Muchas veces echamos la culpa solo a los niños/as cuando el
problema es de todos/as, y el trabajo conjunto es el éxito. Otra de las cosas a
resaltar es la comunicación, en la sociedad en la que vivimos muchos de
nosotros no sabemos comunicarnos y mucho menos cuando nos enfrentamos a un
problema con un adolescente. Valores como la empatía, el respeto y la
asertividad son lo que deben guiar la comunicación, y no solo en el plano de la
familia sino que debería extrapolarse al escolar. Como cita De Miguel (2018) en
uno de sus artículos, la oratoria “proporciona
una mayor confianza en la persona al perder el temor de hablar para los demás,
ayuda en la gestión de las emociones, se mejoran las habilidades sociales y
pensamiento crítico, se trabajan los valores de
la tolerancia y empatía, ayuda en el desarrollo de las
habilidades de liderazgo” (p.1). Por lo tanto, quizás tengamos muchas de
las claves para solventar este problema y ahora solo nos queda llevarlo a la
práctica.
Por
último se habla de restringir el móvil a menores, ante esta postura estoy en
desacuerdo porque ya que la sociedad avanza y nos ofrece herramientas que nos
puede hacer la vida más fácil porque quitarles esa posibilidad. Insisto que la
respuesta no se encuentra en prohibir sino que ésta reside en educar con
responsabilidad y bajo unos límites. Falta mucho por hacer por parte de todos y
también mucho que investigar, pero debemos empezar ya y la escuela y la familia
son los escenarios más idóneos para ello.
Como
conclusión, me gustaría aludir una frase que se escucha mucho actualmente pero
que para mí es la solución, como ya he venido diciendo. Las nuevas tecnologías
no son ni buenas ni malas, el éxito o fracaso de éstas reside en el uso que se
le den, y es aquí donde interviene la educación.
Bibliografía:
De
Miguel, R. (2018) Oratoria, la asignatura pendiente. Educación 3.0. Recuperado de https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/oratoria-asignatura-pendiente/76943.html
Fundación
Cadah. (2012) Como
evitar y prevenir el uso excesivo o adicción de las TIC en niños con TDAH. Powered
by FlyBusiness. Recuperado de https://www.fundacioncadah.org/web/articulo/como-evitar-y-prevenir-el-uso-excesivo-o-adiccion-de-las-tic-en-ninos-con-tdah.html
López, I. (2016) Somos
gente corriente. Alicante, España: Editorial Club Universitario.
Segura,
C. (2018) España se prepara para una nueva adicción. El País. Recuperado de https://politica.elpais.com/politica/2018/03/02/actualidad/1520012219_058442.html
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