Actualmente,
existe una disyuntiva cuando se habla de los deberes o tareas escolares.
Encontramos muchos argumentos a favor y, otros tantos en contra, entonces, ¿Qué
sería lo correcto? Para comenzar, Suárez et al. (2015) definen los deberes como
“tareas asignadas a los estudiantes por los profesores para ser realizadas en
horas no escolares” (p. 48). Precisamente, que sean tareas fuera del horario
lectivo es lo que crea la controversia. Sánchez (2016) en su artículo publicado
en El País, recoge diversas impresiones como la de la OMS, opina que los
deberes tienen consecuencias negativas en el alumnado; OCDE, expone que España
es el país que más horas dedica a las tareas. Con esas premisas, no cabe duda
de que sus argumentos irán en contra de los deberes. Sánchez (2016), comenta
que las tareas escolares tienen consecuencias nefastas para los niños/as, como
que provocan excesivo estrés, que acentúa las desigualdades entre alumnos/as o
que alargan demasiado la jornada de los menores. Respecto a lo expuesto,
pensamos que son totalmente ciertas, una abundante carga de trabajo aleja a los
discentes de su infancia, quitándoles tiempo para jugar, e incluso, marcando
con etiquetas a aquellos niños/as que no tienen los recursos necesarios para
gozar de las mismas oportunidades que sus compañeros/as.
En
el “bando opuesto”, Suárez et al. (2015), explican en su artículo que existen
numerosas investigaciones que demuestran la relevancia de los deberes ya que
suponen una herramienta para mejorar, tanto los hábitos de estudio como las
actitudes hacia el trabajo. Asimismo, manifiestan que para algunos alumnos/as
repercuten positivamente en su rendimiento académico y, para otros negativamente,
demostrando una vez más la diversidad con la que cuentan las aulas y la
necesidad de adaptarse a ellas. Pero, ¿se trata de calidad o de cantidad? Y
aquí entra en juego la implicación del alumnado. Según Suárez et al. (2015), “dedicar
más tiempo a los deberes no significa estar llevando a cabo estrategias más
eficaces. Quizá sea el modo de implicarse en los deberes lo que esté más
positivamente relacionado con el rendimiento” (p. 48).
Tras
reflexionar un poco sobre los argumentos expuestos, tenemos que decir que
seguimos con la controversia porque, por un lado, es verdad que generan estrés,
desigualdad y alejan de la infancia, pero por otro, contribuyen al desarrollo
de la responsabilidad de los alumnos/as. No creemos que sea problema del
currículum, puesto que éste ofrece unas directrices generales, más bien,
pensamos que puede ser una mala gestión e implementación, sobrecargando al
alumnado y arrebatándoles la motivación, cosa esencial para que se produzca el
aprendizaje.
Bibliografía.
Sánchez,
D. (2016). España tiene un problema con los deberes escolares. El país. Recuperado de https://www.eldiario.es/sociedad/eterno-debate-deberes-Solucion
problema_0_496950937.html
Suárez,
N. et al. (2015). La motivación e implicación en los deberes escolares a lo
largo de la escolaridad obligatoria. Revista de Psicodidáctica, 20(1), 47-63.